¡Judaismo! - Ree
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Resumen de la Parashá
Moshé presenta ante la nación la bendición de una vida orientada hacia lo espiritual, y la maldición de estar desconectados de Hashem. Cuando la nación ingrese a Eretz Israel, debe quemar todos los árboles que fueron utilizados para la idolatría, y debe destruir todas las estatuas idolátricas. Hashem elegirá un solo lugar donde habrá de morar la Presencia Divina. Las ofrendas sólo deberán presentarse en ese sitio, y no en un altar privado.. Moshé reitera su advertencia de no comer sangre animal. En el desierto, toda la carne era sacrificada en el Mishkán, pero en Eretz Israel puede ser sacrificada ritualmente en cualquier parte. Moshé enumera las categorías de alimentos que solamente pueden comerse en Jerusalén. Moshé advierte a la nación que no debe emular el comportamiento de las demás naciones. Como la Torá es completa y perfecta, no se le puede añadir ni quitar nada. Si un falso profeta le dice al pueblo que abandone en forma permanente la Torá, o que practique la idolatría, debe ser sentenciado a muerte. El que incita a otros a que adore ídolos será sentenciado a muerte. Se debe arrasar la ciudad idolátrica. Está prohibido demostrar excesivos signos de duelo, como por ejemplo, hacerse marcas en la piel o rasurarse entre los ojos. Moshé reitera las clasificaciones de alimentos kosher y no kosher, así como la prohibición de cocinar carne con leche. Lo producido del segundo diezmo debe comerse en Jerusalén, y si la cantidad es demasiado para ser transportado, debe ser cambiado por dinero, con el que se comprará comida en Jerusalén. En ciertos años, ese diezmo es entregado a los pobres. Se instruye a los israelitas a que siempre sean generosos, y al séptimo año se deben cancelar las deudas: Hashem bendecirá a la persona en todos sus emprendimientos. El esclavo hebreo es liberado tras seis años, y debe ser enviado con generosas provisiones. Si se niega a irse, se le agujerea el oído con un punzón contra la puerta, y permanece como esclavo hasta el año del jubileo. La Parashá finaliza con una descripción de las tres fiestas de peregrinación: Pesaj, Shavuot y Sucot.
Comentario a la Parashá
"Pasuk" (Shemot - Exodo - 10:23)
"Ved! Hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición" (11:26)
Cuando uno oye cómo el rabino exhorta a la gente a que vivan una vida más espiritual y desdeñen "las ollas de carne", uno se pone a pensar: "Y qué sabe él de ollas de carne, como para decirme a mí cuánto mejor es vivir una vida espiritual? Tal vez, si él tuviera un Rolls Royce, no rechazaría tan rápido el materialismo..." Eso es a lo que apunta Moshé en esta instancia: "Vean! Mírenme! Yo en Egipto era príncipe; soy una de las personas más ricas de todo el mundo; yo sí que sé lo que es la riqueza material. Pero, por otro lado, he ascendido a alturas espirituales que ningún otro mortal ha alcanzado. Pasé 120 días hablando con Hashem "cara a cara". Y como consecuencia, ahora llevo un velo sobre el rostro todo el tiempo, excepto cuando estudio Torá, pues mi cara irradia un brillo tal que ustedes no pueden mirarme. Aquí estoy: yo conozco ambos mundos, y les digo: Elijan el camino de la espiritualidad!"
"Ved! Hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición" (11:26)
Nuestros Sabios nos enseñan que el individuo todo el tiempo debe imaginar que todo el mundo se encuentra en un estado de equilibrio perfecto: medio meritorio y medio culpable. Debe pensar que si él hace una sola mitzvá, inclinará la balanza hacia el lado del mérito, pero si hace una sola averá (transgresión), inclinará la balanza hacia el lado negativo... (Kidushin 40). En consecuencia, la Torá le dice a cada individuo "Ve! Con cada acción que realices... 'hoy pongo delante de ti una bendición y una maldición": tú eres el que tiene el poder de inclinar la balanza en una u otra dirección...
"Ved! Hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición" (11:26)
La riqueza y la pobreza no siempre tienen el mismo efecto sobre la persona. Están aquéllos a los que la riqueza los influye para bien, y con la bendición de su riqueza pueden alcanzar una valoración más grande de Hashem. Pero que, de haber sido pobres, hubieran estado tan ocupados buscando algo que comer, que se hubieran olvidado de su Creador. Eso fue lo que ocurrió en Egipto, donde los israelitas estaban tan exhaustos por los duros trabajos que debían realizar, que no escucharon a Moshé. Por el otro lado, están aquéllos a quienes la riqueza los aleja del sendero de la rectitud, como vemos con tanta frecuencia en nuestra historia, cuando el pueblo judío prosperó tanto que se olvidó de Quién les dio todo lo que tienen. Sin embargo, cuando la persona es pobre y sin recursos, Hashem no ignora sus súplicas. Eso es lo que dice el versículo: "Ved! Hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición": y no creas que la riqueza es la bendición y la pobreza es la maldición. Todo depende del modo en que el individuo maneja su riqueza o su pobreza. Y tanto si es rico como si es pobre, si dirige su interés a la Torá y las mitzvot, entonces cualquiera sea su posición en la vida, siempre recibirá una bendición.
"Separarás el diezmo de toda la cosecha de tu campo" (14:22)
En el primer, segundo, cuarto y quinto años del ciclo de siete años de la shemitá, los judíos que viven en Eretz Israel debían separar una décima parte de sus cosechas, y llevarla a Jerusalén para ser comida allí. En el año tercero y sexto del ciclo, ese diezmo se daba a los pobres. Uno podría preguntar: "¿Por qué no se les exigió a los hacendados que compartieran su primer cosecha con los pobres y recién después pudieran disfrutar de ella en Jerusalén?" El Rambam escribe que el individuo debe dar tzedaká con un rostro alegre y que quien da con un mal gesto está negando la mitzvá. No basta con hacer jesed (benevolencia), sino que hay que amar la benevolencia. Dice el Rambam que, más que todas las demás mitzvot positivas, la tzedaká es una señal de la esencia del judío. Al ordenarnos que llevemos un décimo de nuestras cosechas a Jerusalén, para celebrar, Hashem nos enseña dos lecciones vitales: Una, que nuestras posesiones materiales son un regalo de Hashem, y que El puede dictaminar el modo en que debemos usar esos bienes. Dos, que al usar la riqueza material del modo prescripto por Hashem, estamos generando sentimientos de alegría y santidad. Una vez que hemos internalizado estas lecciones, en los dos primeros años del ciclo, estamos en condiciones de ofrecer de esa riqueza a los pobres, en el tercer año, no en forma mecánica, sino por verdadero amor a la jesed.
Haftará
Isaías 54:11 - 55:55
En ésta, la tercera Haftará de las "siete de consolación", el profeta Isaías describe una época futura en que se reconocerá que Hashem ha glorificado a Israel, y el pueblo acudirá prontamente al descendiente de David que habrá de conducir a toda la nación. En esa evocación lírica de la era Mesiánica, el profeta habla de un mundo en el que la protección provendrá abiertamente de Hashem, y en el que los que se aferren a El serán satisfechos con abundancia, en tanto que los meros esfuerzos materiales no serán suficientes.
Comentarios sobre las Canciones que cantamos en la mesa de Shabat a través de las generaciones.
Kol Mekadesh Shvii...
"Todo El Que Santifica Al Shabat..."
Toda la simiente de Yaakov lo honrará (Shabat)
Kol zerah Yaakov y'chabduhu
Dicen nuestros Sabios (Talmud Yerushalmi, Mesejta Demai 4:1) que hasta el ignorante de las leyes judías, que por lo general no tiene credibilidad cuando se trata de dar testimonio de que a un cierto producto se le separó el diezmo, sí se le cree cuando realiza esa misma afirmación en Shabat, pues "la reverencia del Shabat lo envuelve, y debe decir la verdad".
Esta es una lección muy poderosa para que podamos apreciar la santidad del Shabat. Inclusive aquél que ignora la sublime importancia del Shabat, recibe una neshamá ieterá, una dimensón extra de su alma, que le permite absorber la reverencia y la santidad de ese día. Lo único que precisa es pertenecer a la "simiente de Yaakov", que recibió ese regalo tan grande.
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
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