¡Judaismo! - Itró
Itró
Resumen de la Parashá
Al escuchar los milagros que Dos hizo para los Hijos de Israel, el suegro de Moshé, Itró, llegó al desierto, con la esposa de Moshé y sus hijos, para reunir a la familia otra vez. Itró está tan impresionado por lo que Moshé le cuenta sobre el éxodo de Egipto, que se convierte y se une al Pueblo Judío. Viendo que la única autoridad judicial para la nación es Moshé, Itró sugiere que se elijan jueces subsidiados para solucionar los problemas pequeños, dejando a Moshé libre para atender los grandes temas. Moshé acepta su consejo. Los Hijos de Israel llegan al Monte Sinai donde se les ofrece la Torá. Después de que la aceptan, Dos le ordena a Moshé que le diga al pueblo que no se acerque a la montaña, y que se preparen tres días para recibir la Torá. El tercer día, en medio de truenos y relámpagos, la voz de Dos emana de la montaña, y El comienza a hablar al Pueblo Judío, dándoles los Diez Mandamientos:
- Creer en Dos
- No tener otros dioses
- No usar el nombre de Dos en vano
- Observar el Shabat
- Honrar a los padres
- No matar
- No cometer adulterio
- No secuestrar
- No atestiguar falsamente
- No codiciar
Comentario a la Parashá
¿Ha estado alguna vez en el museo Smithsonian en Washington DC? Tiene en exhibición una de las cápsulas del Apolo que fue a la luna y regresó. No se puede creer lo pequeña que es. Es como un tacho de basura muy grande. Y apretados dentro de este espacio reducido hay millas de cable y sofisticadas computadoras y tres hombres que se recuestan por días sobre sillones esculpidos a la forma de su cuerpo, con montones de instrumentos a unas cuantas pulgadas frente a sus caras. Nada puede ser más claustrofóbico. Y aun así, si les preguntara a uno de los astronautas cuáles son sus sentimientos mientras se acerca a la superficie de la luna, si el comer de un tubo o las primitivas condiciones sanitarias le están arruinando la diversión, no dudaría en responder que él está totalmente inconsciente de su limitación física, tan grande es el regocijo de viajar a través del espacio, de estar a punto de dar un paso sobre otro mundo...
La gente dice "Sabes, a mí me encanta el jamín. Y me parece fantástico que la familia se reúna los viernes a la noche, sin tener que competir con el televisor. Pero... no poder conducir, eso no va con mi estilo, ¡¿ y no poder darme una ducha?!"
Ningún astronauta del Apolo se quejó de los cambios que sufrió su estilo de vida durante su viaje a la luna.
Cada semana, el Pueblo Judío tiene la oportunidad de experimentar un viaje que es aún más fantástico y alejado de este mundo que el de un astronauta. Cuando cuidamos el Shabat de la manera que nos enseña la Torá, nos conectamos a un mundo espiritual que está por encima de las estrellas y más allá del tiempo. Cuando una persona encuentra la belleza espiritual exquisita y lo vasto de la emoción de la experiencia de Shabat, toda limitación física se hace insignificante si tiene en cuenta lo real de su "encuentro cercano".
Cierta vez, iba un campesino pobre caminando fatigosamente por el camino. A duras penas podía soportar el peso de la enorme carga que transportaba. De pronto, se detuvo a su lado una carreta. "Venga, suba!", le gritó el chofer. El campesino, haciendo un gran esfuerzo, subió a la parte trasera de la carreta, y entonces el chofer sacudió las riendas, y los caballos, obedientes, comenzaron a galopar. Unas cuantas millas más adelante, el campesino le dijo al chofer: "No sé cómo agradecerle. Es muy amable de su parte...". "No hay de qué", respondió el chofer, dirigiendo una sonrisa al campesino que iba sentado atrás. Fue en ese momento que se dio cuenta de que el campesino se había sentado, pero no se había sacado la carga de la espalda. El chofer exclamó: "Pero qué tonto, ¿por qué no se sacó la carga de la espalda?", a lo que el campesino, con toda su inocencia, respondió: "Es que usted fue tan amable en aceptar llevarme, que no quise molestarlo además con esta carga extra!"
Si Hashem es capaz de "cargarnos" durante toda la semana, y se asegura de que tengamos comida para comer, ropa para vestir, un auto que manejar, y hasta aire que respirar... por cierto que también puede cargar con la "carga extra" de sustentarnos en el Shabat, inclusive si no vamos a trabajar a la oficina!!
Impresión y concentración. Dos formas de conocimiento. En la impresión, la mente arma una imagen compuesta, y todos los sentidos se aúnan a fin de ilustrar y enriquecer la impresión. El sentido visual junto al sentido auditivo, el olfato junto al tacto. Una paleta plena de tonalidades, sugerencias y alusiones.
La concentración, es como una piedra arrojada a una laguna tranquila; se van formando círculos concéntricos de adentro hacia afuera, donde cada uno es una réplica perfecta del momento de su creación. Se pronuncia una palabra. Se transmite una onda de sonido. Los círculos concéntricos emanan de manera uniforme, transportando hacia el futuro el instante del habla.
Hay veces en que la comunicación exige precisión más que impresión. Es entonces que los sentidos pueden interferir los unos con los otros. Cuando el poder del habla se utiliza para comunicar el significado de alguna cosa, el sentido auditivo pasa a ser el sentido esencial, y los demás sentidos no hacen más que causar distracción, restando claridad y precisión al mensaje de la palabra hablada. La impresión interfiere con la concentración.
"He aquí que vengo hacia ti en una densa nube, para que el pueblo pueda oírme cuando te hablo". Hashem le dijo a Moshé que le hablaría en medio de una nube, para que el pueblo pudiera oír, y para que no se viera abrumado por la experiencia, para que pudiera escuchar con claridad. El sentido auditivo, sin la interferencia del sentido visual. La concentración, sin la interferencia de la impresión.
Haftará
Ieshaiahu 6:1, 7:6, 9:56
En primer lugar, "¡Escucha!" aún si fallas en comprender, y "¡Ve!" aún si fallas en saber, porque si alguien realmente escucha y ve, hay lugar para esperar que eventualmente llegue a una comprensión y sabiduría hasta "que su corazón entienda y hasta que se arrepienta y se eleve."
Comentarios sobre las Canciones que cantamos en la mesa de Shabat a través de las generaciones.
Kol Mekadesh Sh'evii
" Quien observa Shabat..."
El Shabat ofrece dos dimensiones de placer para quien lo observa: 1) El placer físico de descansar del trabajo y gratificarnos con comida y bebida. 2) El placer espiritual de observar las leyes de Shabat para expresar el amor por Hashem.
Cuando uno se apresura a comenzar el Shabat, no es evidente si es que lo hace porque quiere disfrutar de las deliciosas comidas que lo aguardan, o porque un fuego de santidad está ardiendo dentro de él y quiere hacer mitzvot para darle placer a su Creador.
La prueba viene cuando es tiempo de dejar el Shabat. Si el placer de la comida fue su motivación para recibir al Shabat temprano, entonces no tendrá interés en prolongarlo, ya que toda la comida que preparó para el día ya ha sido consumida. Pero si su verdadera motivación fue el deseo de servir a Dos a través de observar las leyes del Shabat, entonces no querrá que el Shabat se vaya tan rápido.
La simiente de Abraham, que sigue su ejemplo en hacer todo por amor a Dos, demuestra en la demora de la salida de Shabat que su motivo para entrar en él fue el placer espiritual de mostrar amor a Dos a través del cumplimiento de Sus leyes.
Escrito y Recopilado por: Rabino Yaakov Asher Sinclair
Editor y Responsable: Rabino Moshe Newman
Diseño de Producción: Lev Seltzer
Diseño de HTML: Michael Treblow
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